"Mujer, despierta, el toque de alarma de la
razón se hace escuchar en el universo entero: reconoce tus derechos".
Cargada de esperanza y movida por la indignación,
suena una voz reivindicativa que no es susurro, sino grito. Una voz que se
cuela en las grietas de una sociedad injusta y sustentada sobre cimientos de
desigualdad e intolerancia, en la que los derechos de las mujeres no son una
opción.
Es la voz de Olympe de Gouges, una olvidada
activista y firme defensora de la Ilustración nacida en 1748 con el nombre de
Marie Gouze, que dedicó su vida a la escritura. No obstante, su mayor pasión le
costó la cárcel tras el escrito de su obra más conocida La esclavitud de los
negros donde denunciaba las terribles condiciones en las que vivían los
esclavos negros.
Una vez salió de la cárcel, comenzó a interesarse en la lucha por
la igualdad entre el hombre y la mujer. En 1791 escribió "La Declaración
de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana" como crítica a "La
Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano" de 1789, fruto de
la Revolución Francesa y considerada un texto precursor en el reconocimiento de
los derechos humanos, pero que excluía a la mujer como sujeto de derecho.
Lo que Olympe de Gouges reclamaba en sus escritos era el derecho
de las mujeres al voto, a ser propietarias de bienes, a participar en la
educación y el ejército, así como a ejercer cargos públicos.También reivindicó
un equilibrio de poder dentro del matrimonio, fue firme defensora del divorcio
y pionera en la protección de la infancia.
El 3 de noviembre de 1793, la pacifista y
humanista escritora fue guillotinada al oponerse a la pena de muerte contra el rey Luis
XVI y debido a sus escritos de crítica política. Su único hijo, por temor a ser
detenido, renegó de ella públicamente y Olympe de Gouges cayó en el olvido. Su
obra fue relegada a un tercer plano y, la misoginia y el rechazo a la
revolución de la sociedad del momento consiguió que se la tachara de
analfabeta, poniendo en duda sus obras y sus facultades mentales.
No sería hasta el final de la Segunda Guerra
Mundial cuando se la reconoció como una de las grandes figuras humanistas de la
Francia de finales del siglo XVIII. A pesar de que su reconocimiento fue
tardío, hoy tenemos el recuerdo de una gran luchadora por la igualdad, que
sigue emocionándonos con sus escritos y a quien agradecemos toda su valentía y
coraje.
Olympe, gracias a voces como la tuya en el
siglo XVIII, nosotras tenemos voz hoy. Y sí, "soy mujer, y gracias a
mujeres como tú, estoy despierta".
En el siglo XVIII hay una nueva conciencia sobre la individualidad que también llega a las mujeres. En algunos sectores se cuestiona la sempiterna sumisión al varón. Ocurre lo mismo con la educación o con las formas de relación entre padres e hijos. Al respecto, una buena lectura puede ser el "Sí de las Niñas" de Moratín. Un saludo,
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